Es natural que todos los
profesionales tengamos expectativas en que nuestras áreas de interés tengan
protagonismo en el debate político. Hace unas entradas, en respuesta a historias
de médicos por doquier (un tema de sumo interés), mi narcisismo me guió lacónicamente a través
de argumentos viscerales Y
claro, contemplar que la sanidad se obvia en los diferentes debates entre
políticos parece toda una bofetada (una herida narcisista que dirían). Pero no
es lo mismo sanidad que historias de médicos. Estos días, las opiniones de gurús de la
medicina 2.0 van en la línea del reproche y combinan estupor, indignación o incredulidad,
ya sea comprimidas en twitter o desarrolladas en blogs. La autocomplacencia más
sólida me pareció esta me pareció esta
Etiquetar de complejidad máxima
tanto el acto sanitario como su gestión y relacionarlo con la presunta bisoñez
del panorama político son antiséptico para una herida así. ¿Será por eso que no
se habla de sanidad? Pues NO! Estoy completamente de acuerdo con el trato
político que se le está dando al tema y mi argumento va en la línea ya
perfilada por aquí
A la gente la sanidad le importa
una mierda. No así la salud. Y el concepto bueno como tal, el que engloba lo biopsicosocial.
Equiparar universalidad con gratuidad es suficiente para que la “seguridad
social” quede explicada. Otra cosa es el “a propósito de mi caso”, el debut
como paciente/usuario en el sistema
sanitario. La vivencia de prioridad
absoluta y gravedad máxima marcan la línea de propuestas e improperios al
sistema. Juntándolas con las del vecino tejen una amalgama de puntos de mejora inabarcables.
Apriorísticamente un brainstorming emotivo podría ser útil, pero claro, si el
escenario es tabernero la cosa se complica. Lo de las quejas formales no se
lleva…¿para qué voy a poner una reclamación escrita?
Los otrora políticos “tiempos o
listas de espera” continúan no adaptados
para casi nadie pero sin embargo ya no están de moda. Los bolsillos de
particulares se vacían buscando soluciones en la homeoterapia o en las consultas
privadas. Si los bolsillos están vacíos o simplemente no hay bolsillo, pues a
urgencias. Los gestores encuentran “soluciones” en la largada (por ejemplo a
centros concertados). Incluso antes de
que el usuario aparezca por el hospital (“allí le atenderán antes”). Ya se
sabe, acicalar antes de largar (conceptos de Roy Basch).
Es una manera de buscarse la vida ante el desinterés político. Ahora los que
están de enhorabuena son los que se dedican a la violencia de género como
estructura. Un cajón desastre politizado y emponzoñado hasta decir basta. Otro
tema.
Pues eso, con la salud individual
como interés particular oculto, la sanidad no aparece en las listas de temas
para ganar votantes. Y así nos hemos
quedado, sin lugar en el debate político y sin herida. Bien.