La cotidianidad de la psiquiatría es
un reflejo de cómo el manejo de conflictos cargados de impacto emocional se
integran en una intrigante rutina. Al menos a esta conclusión llego cuando no
se me ocurre nada reseñable como incidente crítico, diferente a la aventura
diaria de conocer enfermos entre enfermedades.
Claro que el 13 de marzo de 2015 lo recordaré
mientras viva. Ese día nació mi hijo y su irrupción en mi vida tiene sin duda
un reflejo en mi funcionamiento diario. La diferente gestión del tiempo, la
experiencia del sueño interrumpido y más cosas, suponen necesariamente un
cambio. Eso sí, desconozco cuál. Documentarme al respecto de la crianza de
Gonzalo con literatura científica paradójicamente cuestionó el paradigma de
medicina basado en la evidencia (MBE) que me encantaba. Evidencia pisoteada por
la evidencia de una experiencia particular. Esta es quizás la explicación de mi
procrastinar en lo que a metodología e investigación se refiere en la
actualidad. En la MBE encuentro datos
relacionados con enfermedades, incluso con empresas farmacéuticas, pero cada
vez me cuesta más encontrarlos de enfermos o útiles para enfermos. Disfruto, en
esta nueva gestión del tiempo (además de mi hijo) de textos clásicos que poco a
poco complementan (a veces directamente sustituyen) a las guías o manuales de
evidencias múltiples.
Y en estas ando, con dificultades para
encontrar un evento crítico que pueda resolver utilizando la tradicional MBE