viernes, 22 de abril de 2016

¿Para cuándo millennials en sanidad?

     Había prejuzgado a los millennials con la caricaturización de una generación atrapada por la tecnología ya desde el útero. Los de la generación nocilla abrazamos la tecnologización de la vida con la adolescencia ya superada y  enarbolamos ahora la bandera de un modelo de crianza con juguetes de madera y mucha calle.

     Leyendo hace unas semanas un artículo acerca del trabajo intergeneracional con millennials me pareció utópico aplicado al ámbito sanitario. Y es una pena. Podemos realizar un costoso ejercicio de introspección desde nuestra posición en la pirámide de lamedores (esto es de Roy Basch). Con la perspectiva que permitan las orejeras de cada cual, seguro que puede verse algo de mediocridad degenerativa (esto es de Jesús Ramos) pero poco de trabajo intergeneracional, y menos con millennials (tienen poco tiempo trabajado, que es lo que realmente importa).

     A través de un discurso basado en el liderazgo y con un organigrama de unidades de gestión clínica viví algún intento con @DEDIOSDELVALLE y @oscarsuareza abortado por jefes añosos y el lastre de una gestión politizada. Vinculando por definición la figura del jefe a la de líder, se perpetúa un sistema jerárquico en orden elefantiásico descendente y abonado a la mediocridad degenerativa. 
     Resistir en él garantiza una plaza.

miércoles, 6 de abril de 2016

¿Homeopatía en el sistema sanitario público?

     La homeopatía genera debates polarizados y muy pasionales en los que la caricaturización es un riesgo  

     Podemos enarbolar la bandera de científico informador aséptico tipo  @vbaos  y demonizar la efectividad de unas hierbas por ser comparables al efecto placebo. Eso cuestiona la existencia de dicho efecto, cuando a veces resulta suficiente para cubrir la demanda del usuario. El placebo tiene además otro papel. Es nuestro comparador de eficacia. La meta para el medicamento es superar ese efecto en encorsetados ensayos con la estadística y la farmaindustria a su favor. Y aún así, a veces cuesta.

     La desinformación es otro argumento que se sostiene desde esta posición ortodoxa  “El consumidor de homeopatía debe saber que no vale para nada”.  Paradójicamente, desde la medicina oficial se continúan prescribiendo fármacos de baja utilidad terapéutica (UTB) o recomendaciones basadas en el  “apropósitodeuncaso” cuya eficacia es equivalente al placebo o menor,  pero que resultan sorprendentemente efectivas al prescribirlas el facultativo en el que confías. Curioso. Y el paciente sin saberlo. Este prescriptor (nada excepcional, dado que las UTB estaban en el top 5 de fármacos más dispensados) utiliza estrategias similares al “homeópata” pero se le presupone la capacidad de ponderar que la dolencia no precisa del medicamento y es suficiente con el efecto placebo. De todos modos, esto no justifica la sobreprescripción de ginko biloba, somazina u omega 3 en los casos en los que la indicación sería no-prescripción.

     En una ingeniosa reflexión acerca del placebo y su efecto  @pitiklinov  se cuestiona lo siguiente: ¿podría la medicina oficial encontrar una manera de movilizar el efecto placebo de una forma que fuera éticamente aceptable?  “tómese esto que no vale para nada” Probablemente no.

     La homeopatía no sólo se sostiene por el efecto placebo o la paradójica desinformación, sino  también por la ambivalencia en las coberturas del Sistema Nacional de Salud (SNS) y por la medicalización de la demanda aprehendida a base de pastillas. La utópica universalización de una asistencia sobre un modelo bio-psico-social es el principal factor de confusión. Hay unos presupuestos y unas prioridades, con una garantía de equidad, que dejan fuera de cobertura demandas legítimas bajo ese modelo, pero inasumibles desde nuestro SNS. Una pena que su defensa pueda resultar en un balance negativo de votos. Si no, véase el revuelo por la retirada de un “máster de homeoterapia” en una universidad pública española

     También podemos culpar al capitalismo y los valores… pero eso se me escapa todavía más.

     “¿Homeopatía en el sistema sanitario público?”
     “No, ya es suficiente con lo que por ahora aún hacemos mal”. 

Esa sería mi respuesta.