Había prejuzgado a los millennials con la caricaturización de una generación atrapada por la tecnología ya desde el útero.
Los de la generación nocilla abrazamos la tecnologización de la vida con la adolescencia ya superada y enarbolamos ahora la bandera de un
modelo de crianza con juguetes de madera y mucha calle.
Leyendo hace unas semanas un artículo acerca del trabajo
intergeneracional con millennials me pareció utópico aplicado al ámbito sanitario. Y es una pena. Podemos realizar un costoso ejercicio de introspección desde nuestra posición en la pirámide de lamedores (esto es de Roy Basch). Con la perspectiva que permitan las orejeras de cada
cual, seguro que puede verse algo de mediocridad degenerativa (esto es de Jesús Ramos) pero poco de trabajo intergeneracional,
y menos con millennials (tienen poco tiempo trabajado, que es lo que realmente
importa).
A través de un discurso basado en el liderazgo y con un
organigrama de unidades de gestión clínica viví algún intento con @DEDIOSDELVALLE y @oscarsuareza abortado por jefes añosos
y el lastre de una gestión politizada. Vinculando por definición la figura del jefe
a la de líder, se perpetúa un sistema jerárquico
en orden elefantiásico descendente y abonado a la mediocridad degenerativa.
Resistir en él garantiza una plaza.
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