EL ORIGEN DE MI TRAUMA (1)

Me he parado a pensar sobre mis gustos musicales. La música, y sobre todo la exposición a la mala música, es lo que ha provocado mis problemas. Problemas de adaptación, de relación y sobretodo problemas para tener paciencia con quienes disfrutan de dicha mala música.

Se podría decir que el origen de mi trauma es la música. La mala música que me vi obligado a escuchar durante años.

Hace poco, nuestro querido Doktor HD nos hablaba de la música que ponía su padre en el coche. Te envidio HD. Te envidio hasta vomitar bilis. Incluso te envidio tanto que volvería a comérmela tras portarla.

Yo tenía que aguantar a un tipo de Extremadura que cantaba cosas como “Saboreándote” o “De Extremadura yo vengo, de Extremadura yo soy”. No he logrado localizarle en el Youtube, pero en cuanto le pille tendremos una entrada de brutal venganza.

Mi padre, viendo los resultados, trató de arreglarlo poniendo a Mecano. Pero el remedio fue peor que la enfermedad.

La primera canción de moda que tuve que tragarme, según recuerdo, fue uno de esos éxitos precocinados del verano: Tipo o tipos de Italia que vienen a cantar en español y que hacen que las mujeres se desboquen. Ha sido tan común en los últimos treinta años que ya debería estar prohibido.

 

Respecto al vídeo, diré que dos tipos italianos cantando en español con subtítulos en holandés conforman una de las reproducciones de Youtube más épicas de la Historia.

Por otra parte, este par de mamones tuvo otro éxito (que hoy nos parecería premonitorio) y que explica la razón por la que los italianos vienen a cantar a España en verano. Hay que darse cuenta de que en Italia también hay playas y churris. También quiero destacar su coreografía tipo Leonardo Dantés.

Antes de cerrar el ciclo de guiris que vienen a llevárselo todo, no puedo dejar de hacer referencia a la modernidad que supuso la irrupción de un alemán y su receta de salsa eléctrica.

 

Sin embargo, cambiando un poco de tercio, fue la mal denominada música latina la que empeoró mi estado (además en una etapa tan sensible de mi vida como la adolescencia) para provocar un hundimiento definitivo.

 Pero esa es otra historia.

 

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